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Blog ¿Qué pasa con el Coaching Ejecutivo?

Actualmente en México existe una creciente oferta de coaches que están tocando

las puertas de las empresas, ofreciendo resolver los problemas de sus ejecutivos

luego de unas cuantas sesiones utilizando el nuevo y poderoso elixir llamado

coaching.

Lamentablemente, el enfoque que se le está dado al coaching “ejecutivo” por parte

de algunos coaches, tiene como consecuencia una creciente inquietud de los

directivos de las empresas porque los programas de coaching de sus ejecutivos

no están cumpliendo con lo que les ofrecieron –problema de falta de competencia

y/o sobreventa del Coach y no del Coaching- lo que de convertirse en una

tendencia, pone en riesgo la viabilidad de la mejor herramienta para mejorar el

desempeño de los individuos y las empresas en los últimos 30 años.

Cómo revertir la tendencia

El origen del problema, desde mi punto de vista, está en que los entrenamientos

en coaching “ejecutivo” existentes, enseñan las teorías para entender la conducta

de las personas, las técnicas para hacer “buenas” preguntas y la forma como se

estructura una sesión de coaching. Por supuesto que considero esos temas como

indispensables en la formación del Coach; el punto es lo que no se incluye, es

decir, como ese conocimiento puede ser efectivamente utilizado para cambiar a

las organizaciones y no solo la conducta de un ejecutivo.

Quién está haciendo coaching?

Pero, ¿quién está haciendo coaching? De acuerdo con una investigación la gama

de perfiles de los coaches que ofrecen sus servicios a las empresas es amplia e

incluye a:

• Los que no tienen ningún tipo de formación como coaches, y que justifican

su intervención como tales diciendo que “como (ex)ejecutivos –de una u

otra forma- siempre han hecho coaching”.

• Los que cursan una certificación buscando en el coaching una herramienta

para mejorar su habilidad para relacionarse con otros en el trabajo, mejorar

sus habilidades de supervisión y/o mejorar su vida personal que se ofrecen,

buscando ampliar su horizonte profesional, que cuentan con sólidos

fundamentos teóricos, pero adolecen de falta de experiencia práctica en

coaching con ejecutivos de alto nivel, y de entendimiento de la dinámica de

las organizaciones donde interactúan y tienen que dar resultados esos

ejecutivos (lo que limita seriamente su capacidad para dar los resultados

que se espera de ellos).

• Los que cuentan con más de una certificación en coaching, probablemente

con otros estudios y diplomados relacionados con el tema, con experiencia

como consultores y/o coaches, pero que anteponen el respeto a “la técnica

del coaching” al interés por los resultados de su cliente- (lo que los lleva

hasta a perder al cliente y más grave aún, a que éste se cuestione la

efectividad del coaching).

• Los que tienen una o más certificaciones en coaching y muy probablemente

otros estudios relacionados, que –en su mayoría- ocuparon puestos

directivos en grandes organizaciones y que son coaches de altos ejecutivos

(lo que les permite entender la dinámica de las organizaciones, sus

interrelaciones orgánicas e inorgánicas y poner sus conocimientos y

experiencia al servicio del cliente, para que este y su empresa incrementen

su capacidad de acción y logro).

Para establecer cuáles de estos perfiles reúnen las características para

acompañar competentemente a sus clientes, primero busquemos definir las

características de un buen coach.

Qué es lo que caracteriza a un buen coach?

La opinión de Pierre Blanc-Sahnoun, autor, psicoterapeuta y coach de reconocido

prestigio, resume efectivamente la opinión de diversos y renombrados coaches

respecto de lo que caracteriza al “buen coach”: “…es tener experiencia en el

mundo empresarial, de ser posible en varios cargos de dirección, para haber

experimentado los efectos del poder, haber ajustado cuentas con él, haber hecho

un trabajo personal sobre uno mismo, tener una buena cultura económica y una

gran curiosidad, ser supervisado, haber experimentado rupturas y fracasos en la

vida, tener claras las motivaciones para ejercer este oficio y conocer sus riesgos.”

Al comparar esta definición con los 4 perfiles de coaches arriba descritos, diría que

es muy probable que todos hayan tenido rupturas y fracasos en la vida, que solo el

primero y el último tienen experiencia empresarial, y de ellos el primero no tiene

formación en coaching. Digamos entonces que cuando mucho, el 25% de la oferta

de Coaches existente en el mercado es capaz de satisfacer las necesidades de

los ejecutivos y de sus organizaciones.

Resulta evidente la necesidad de mejorar ese porcentaje. Podría lograrse

atrayendo al mundo del coaching de negocios un mayor número de directivos, y

proveerlos con las técnicas y las herramientas del coaching, o enseñando a los

coaches que ya dominan la técnica las implicaciones de las diferentes simbiosis

que vive el cliente en su organización y equiparlos para identificarlas e incluirlas en

sus indagaciones.

Concluyendo: Un buen coaching es la combinación de la preparación y

certificación en el tema, el contar con experiencia en puestos de mando y la

experiencia en el uso de esta técnica.

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